martes, 7 de abril de 2009

La duda - Primera parte

- ¡¿Cómo te atreviste cabrón!? ¡Eres mi hermano!

No se pueden recordar los años felices, ni los momentos de hermandad que Carlos y Andrés compartieron en la niñez... Tampoco las borracheras, los momentos de soledad ni los abrazos en Navidad que, año tras año, eran insuficientes. Ahora, en este momento, todo se iba al carajo.

- ¡Pendejo! ¿Qué traes Carlos? Ya parale...
- Ay si idiota, ahorita me vas a ver la cara, no mames güey ¿te la cogiste?
- Cálmate y tu mamá también no chingues, sólo platicamos no seas pendejo
- ¡Cuál platicar!

El puño cerrado de Carlos se encontró con el ojo izquierdo de su hermano. En seguida más golpes. Pasarían más de 10 minutos antes de que dejaran de pelear...

Los celos más fuertes ocurren entre hermanos. Se dice que Caín mató a Abel por celos y huyó desterrado por Dios hacia tierras lejanas. Es una constante competencia, sobre todo desde que se crearon. Andrés, el mayor era de carácter pasivo. Era el top of the class y no era muy sociable. En cambio Carlos, el menor, era rebelde, mujeriego por naturaleza, pasaba -gracias a su hermano -de panzaso las materias más difíciles. Son gemelos. Y al serlo, su amor u odio es tan frágil como la gota de rocío que cae en las primeras horas de la mañana.

Horas antes en un Starbucks, Andrés se entrevistaba con Sandra, la novia de Carlos. Sandra era compañera de ambos en la universidad. Ciencias políticas en la UNAM. Carlos y Sandra eran promiscuos. Se toqueteaban en plena clase a la vista de todos, tenían sexo oral en los baños del campus y más de una vez fueron sorprendidos cogiendo en los espacios de Ciudad Universitaria. No es que no les importara, pero la atracción física era más fuerte. Sin embargo, había algo de fascinación en la personalidad de Andrés que llamaba la atención de la jóven. Su carácter apacible, conciliador y su capacidad mental no pasaban desapercibidas para ella.

- Hola Andy ¿podemos hablar?
- Ah, este... Si, mira... Tengo exámen mañana y necesito estudiar... Lo siento...
- Por favor... Necesito platicar con alguien, y Char no me contesta el cel ¿si?

Andrés accedió. Acudieron al café ubicado a escasas cuadras de CU donde por lo regular estaba lleno de estudiantes de filosofía y derecho. Entre tantos personajes, no puedes ser el blanco de las miradas. En la universidad, todos son desconocidos. Eres uno más. No importa si tienes o no un auto chingón, un guardarropa de marca o un forro de envidia. No. Todos se enfocan a un objetivo: salir a conseguir todo eso.

Carlos y Andrés eran de una familia acomodada. Su padre, Don Alberto Navarro y Chuayffet era el dueño de una industria que manufacturaba hule. Las exportaciones lo elevaron a las nubes de la codicia y el poder. Estaba relacionado a la política y más de una vez participó en campañas electorales. Era compadre del Gobernador de Morelos. Su madre, Estela Campos Ibargüengoitia era toda una dama de sociedad. Participaba en subastas de caridad y más de alguna vez se le veía en las lujosas comidas en la que asistía con su marido rodeada de más mujeres del círculo social más elevado de México.

A pesar de eso, los dos hermanos no eran juniors, más gozaban de ciertas libertadas obviadas por las relaciones que su padre mantenía con todo el círculo de poder. La obsesión nepotista del padre, hizo que los jóvenes entraran a la escuela de Ciencias Políticas, para después hacer alguna maestría o doctorado en alguna universidad de Estados Unidos o Inglaterra.

- Tengo un problema Andy... Uno muy grave...
- Mira, sé que Carlos es un tipo muy atrabancado, pero se hará responsable, sea como sea...

La muchacha se echó a reír. - No es lo que piensas niño. En eso me cuido mucho. Es otra cosa.
- ¡Ah, vaya! Pensé que...
- ¡No! ¿Cómo crees? -decía al momento de tomar su mano -Es sólo que... Me gustas Andrés. Me gustas mucho. No sabía cómo decírtelo, y ahora no sé cómo decírselo a tu hermano.

Andrés se separó inmediatamente. De repente sintió un escalofrío como de miedo, asco y culpa. Se marchó sin mediar palabra. La jóven gritó algo a lo que no prestó mucha atención. Para él, las cosas con su hermano eran cosa seria. No le gustaba que lo tocaran. No tenían una relación de hermandad juvenil muy estrecha, pero de cualquier forma se querían. Más de una vez discutían por minucias provocadas por la competencia que genera el ser el favorito de papá y mamá. Ocultaba las borracheras atroces y a las fiestas privadas con orgías por regla que organizaba su hermano. Más de una vez tuvo que aguantarse afuera de la casa mientras su hermano cogía con alguien en la sala de la residencia. Testigo mudo de las aventuras de Carlos, se limitaba a hacer oídos sordos a todo comentario y sólo respondía con evasivas a las preguntas de sus padres. Ya sabes cómo es, decía.

Llegó a su casa con el mismo sudor frío. Ellos tenían planes para casarse terminando la carrera. El padre de Sandra, íntimo amigo de Don Alberto, era dueño de una cadena de mueblerías en la república. En las reuniones familiares hablaban siempre de Sandrita y Carlitos. "Ah, estos muchachos, tan buenos. Algún día seremos consuegros Negro y tendremos que cargar nietos" Pero muchas veces las miradas de la jóven se desviaban hacia el introvertido hermano de su prometido. Muchas veces, incluso, mientras tenían relaciones, ella se imaginaba haciéndolo con Andrés. Otras tantas, se masturbaba pensando en él.

- ¡Jóven! - gritó la portera, al tiempo que Andrés cerraba la puerta de su cuarto. Sólo quería encerrarse, no quería saber nada. La confesión de Sandra había sido demasiado. Muchas veces oía a su hermano hablar de ella como una mujer que lo exitaba, pero que a la vez le llenaba el vacío existencial de cariño. Vacío propiciado por la constante ausencia de los padres. Vacío que Andrés llenaba con estudio y Carlos con sexo. En esos momentos, Carlos se tiraba por enésima vez a la maestra de Economía, cuando recibió un mensaje en el celular. Interrumpió el coito y salió del salón, dejando a la mujer a punto del segundo orgasmo.

Iba por Reforma a toda velocidad. -¡Ese hijo de la chingada! ¿Cómo se atrevió? -Dio una vuelta cerrada y estacionó el carro afuera de la casa. Se bajó de inmediato olvidando el celular en el que se leía: "ME COGÍ CON TU HERMANO"

9 comentarios:

  1. Sólo quitale el 'más sin embargo', son tres advervios juntos que no dicen nada, y el relato es mucho más limpio. Chale, me identifiqué con Sandrita. Ya quisiera yo, estudiar política en la UNAM.
    Saluditos

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  2. Estaré pendiente a la segunda parte...

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  3. Gracias por la corrección... Cuando escriba el libro te lo daré a tí para la edición, es una promesa jijiji... A mi también me hubiera gustado, pero uno no siempre obtiene lo que desea... Y más cuando se hace del rogar...

    Ando trabajando en la segunda parte, es que la estoy resumiendo pa' que sean 2 y no 3... Aunque dicen que no hay 2 sin 3 jojo...

    Cheers...

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  4. vaya historia..... me gustó mucho ¿es de tu tutoria?

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  5. Si, así es... Lo malo es que no sé cómo ponerle "copiraig" a este mugrero... Es copyright lo sé jijijiji... Espero que les guste lo que sigue...

    Cheers...

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  6. Yo por eso no tengo hermanos.
    Espera...

    Yo por eso no estudio.
    Espera...

    Yo por eso no tengo sexo.
    Espera...

    Yo por eso no me junto con promiscuos.
    Espera...

    ash

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  7. Yo si tengo hermanas... 2

    Yo si estudio... Porque tengo que

    Yo si tengo sexo... ¿eso qué?

    Yo no me junto con ninfómanas... ash!

    jajajajaja, me caes a toda madre!!!

    Cheers...

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  8. orales.... super chido, me gusto que empezaras por el final del capitulo... muy bueno.

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